martes, 20 de noviembre de 2012

Abro


Abro los ojos,siento las sábanas de algodón arropándome, son color naranja. Ya es de día, el sol ilumina el piso blanco de mi habitación. Hoy no hay que ir a trabajar, al menos eso es lo que dice mi cuerpo.

Veo la luz roja parpadear desde el blackberry, tengo un mensaje, agarro el teléfono, aprieto el botón para abrir la aplicación de mensajería instantánea de color verde, leo el mensaje, es tuyo y mi corazón comienza a acelerar su ritmo, casi puedo sentirlo rozar la piel de pecho, en mi cara se dibuja como media luna una sonrisa  y mis dedos veloces teclean un “te amo”.

Miro alrededor, la habitación se ve normal, tiene los metros cuadrados exactos que me hacen sentir el calor de hogar de siempre, las mariposas habituales que adornan las paredes y la televisión fija a lo alto. Sin embargo hay algo de esta realidad que me sabe diferente, es como si a mi cuerpo le hiciera falta un gramo más de oxígeno. Vuelvo a mirar la brillantez del sol entrando por la ventana, a sentir la suavidad de mi cama y la solidez del celular en mis manos, pero algo no es real. Cierro los ojos, respiro profundamente, los abro…ahora sí ya he despertado.

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