Escribo para informarle que la bolsita de semillas que me
regaló el otro día contenía todo menos plantas.
Como siempre preparé un par de macetas, que aunque viejas abrazan
la tierra con amor; coloqué tres semillas, las cuales tenían un peculiar color
azul; por último las regué con agua y unas gotas de mi sudor, que por descuido
dejé caer.
Al transcurrir de dos días noté en lugar de hojas, dos pares
de alas echando raíz; a la semana las alas comenzaban a aprender a aletear,
como un pájaro listo para emprender vuelo.
Casi al finalizar el mes me percaté de que habían volado,
dos segundos más tarde comprendí... las semillas que usted me dio hacen
germinar sueños y con mi vida les dije que Sí.
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