Alcé la mirada, me encontré con dos ríos desbordándose por
tus pupilas, eran calmos y me quedé colgada en ese instante que sabía a eterno,
viajando por las aguas claras de tus adentros.
No pude evitarlo, el amor se apoderó de mis brazos, y cuando
menos lo pensé ellos ya rodeaban tu cuello, tus ojos se hicieron grandes, tus
manos no sabían que hacer, pero no pusiste resistencia y tus brazos se
fundieron en mi cintura… ahí estábamos los dos, al ritmo de nuestra
respiración, entregados en un abrazo, entregados al calor de la presencia
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