lunes, 10 de septiembre de 2012

Sin esperar

Sus hormonas bajaron de frecuencia vibratoria.

Cuando menos lo pensó se volvieron a encender.

Quiso escurrirse por sus labios, desvanecerse entre sus piernas.

En esa noche sin esperas, ella escurrió, se prendió y se desvaneció.

Él se robó la esencia de sus labios, pero no se llevó todas las ganas de su cuerpo.

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