Sus hormonas bajaron de frecuencia vibratoria.
Cuando menos lo pensó se volvieron a encender.
Quiso escurrirse por sus labios, desvanecerse entre sus piernas.
En esa noche sin esperas, ella escurrió, se prendió y se desvaneció.
Él se robó la esencia de sus labios, pero no se llevó todas las ganas de su cuerpo.
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