Es inevitable
el querer arrancarte los suspiros,
el robar el sabor de tus labios
y no contener las ganas de un abrazo.
Es inevitable, mujer,
el no pretender que no te siento,
que te vivo,
que me quemas,
que tu mirada me despierta la sangre
y tus manos la sed de caricias.
Es inevitable amarte
con el cuerpo y alma,
enamorarme de tu presencia
de tus firmes y libres danzas.
Es inevitable,
cuando me permito sentirte así,
el quererte hacer el amor.
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